martes, febrero 24, 2009

Asturias, patria queridaaaaaaaaa

De crío solía veranear en Asturias, la primera quincena de agosto, una semana en Picos de Europa, y otra en la playa, generalmente en playa de Aguilar, en el Pito (para los que dominamos el bable, El Pitu). Así se forjaron dos características de mi personalidad. La primera es mi amor por este paraiso natural, heredado de mis padres, a quienes cautivó Asturias en su Luna de Miel. La otra es mi aversión al agua fría, y es que el Cantábrico me vence, incluso a pesar de lo que me gusta el mar, las olas y los deportes acuáticos. Afortunadamente, todavía no me huelen los pies a queso cabrales.
Un gran descubrimiento de mi árbol genealógico fue encontrar en la partida de nacimiento de mi abuelo Antonio que su padre (mi bisabuelo) era asturiano, de El Pontigón, cerca de Luarca. Por fín podía justificar que me sintiera un poco asturiano. Aunque hay mucha gente que siente lo mismo y no tiene raices asturianas.
Más tarde enseñé Picos a mis amigos, viaje que ya os conté en un post.
El último capitulo ESCRITO se produjo cuando mis padres compraron casa en Ribadesella, uno de los pueblos más bonitos de todo el Cantábrico. Esto me ha permitido no solo volver a disfrutar Asturias con mi familia, sino también con mis amigos.

El fin de semana pasado estuvimos allí, fuimos a Sotres, rodeado de picos nevados, estuvimos en Arenas de Cabrales, vimos el pico Uriellu (Naranjo de Bulnes) nevado desde el Pozo de la Oración (foto), pasamos por Poncebos y por Cangas de Onis y estuve recordando todos los momentos que he pasado pateando Picos, siempre con buenas compañías. Creo que si algún día quisiera desaparecer lo haría aquí, porque es como un segundo hogar.
El capítulo que me quedaría por escribir sería transmitir esta pasión a mis hijos. Aunque seguro que me saldrán rana...

2 comentarios:

Ingrid dijo...

Yo tambien soy asturiana de vacaciones de la infancia. Teníamos una casa en Gijón por la que lloré y lloré cuando tuvimos que venderla. Me hice fichar por un club de Asturias para tener que competir allí y que me pagaran los viajes a Asturias. De niña nos bañábamos en el mar todos los días lloviera o hiciera sol. Me chifla el Cantábrico. De adolescentes nos echábamos al monte con la mochila: He dormido a los pies del Picu Urriello, a la orilla del Enol y en un prau de Cangas de Onís (hace 16 años..) He subido andando a Covadonga e incluso me he confesado en La Basílica. Siempre quise un novio asturiano y apenas me duró un año, (ahora que me subió por las paredes de Quirós, en 4x4 por Aliva, Fuente De, Sotres y demás, hicimos la Ruta del Oso en bicicleta...) Con el bilbaíno tampoco me quedaré corta, eh?
Gacias por recordarme los momentos buenos, aunque no me quite de encima la lagrimita.
Laura

Anónimo dijo...

yo mi recuerdo más grande de asturias es cuando casi reviento cenando butiellu cerca de llanes una vez en un viaje con raquel.. jajaj

no en serio entiendo tu amor a asturias es un paraiso natural y por suerte hay partes en las que el hijodeputa del ser humano no ha podido meter la zarpa...

entre las cosas que quiero hacer antes de morir es el descenso del sella, y me gustaria hacerlo contigo y despues tomar fabada donde la mujer esa de ribadesella...

y si tengo hijos les obligaré a ir de camping con su tio raul y su primo tiago... yo si no llueve me apunto... jajaj